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Dime qué comes y te diré cómo te sientes

Por qué a los psicólogos también nos interesa tu alimentación

A menudo en consulta pregunto a mis pacientes sobre su dieta, pero es posible que la importancia de esta pregunta quede disimulada, ya que la suelo acompañar con preguntas sobre ejercicio físico y de higiene del sueño. Es decir, englobada dentro de las preguntas de «hábitos saludables».

Pero mi interés sobre la alimentación va más allá de «como soy sanitario me interesa que lleven una vida sana» o «que lleve una vida sana o no, me da información sobre el nivel de autocuidado», y os cuento el motivo.

Tienes neuronas en los pies

Y en todas partes en realidad.

Antes de empezar a explicar el efecto que tienen los alimentos a nuestro estado de ánimo y a nuestra psique en general, debo aclarar que las neuronas no son exclusivas de nuestro cerebro. Comúnmente se tiene la creencia que en nuestro cerebro hay millones de neuronas, células del cerebro que nos hacen pensar. Fin.

Incorrecto del todo no es, pero un poquito sí. Las neuronas son células que están en todo nuestro sistema nervioso y que tienen varias ramificaciones que pueden llegar muy lejos. Además puedes encontrar neuronas repartidas por todo el cuerpo (no solo en el sistema nervioso o las ramificaciones) agrupadas en los «ganglios nerviosos».

Pues bien, muchas de estas neuronas se encuentran en nuestro sistema digestivo. De hecho se suele decir que nuestro intestino es nuestro segundo cerebro. Estas neuronas se ocupan de regular la digestión y además, son capaces de regular funciones cognitivas, emocionales o incluso intelectuales.

Piénsalo bien. Cuando te tomas un medicamento, o algo más natural como por ejemplo un té, éste tiene un efecto en tu estado de ánimo, en tu atención, en tu memoria… No es de extrañar entonces, que cuando comes una hamburguesa te sientas distinto en comparación a cuando te comes una ensalada con frutos secos.

Más del 70% de la serotonina de tu cuerpo se genera en el intestino

Ostras, qué montón. Pero ¿qué es la serotonina?

La serotonina es un neurotransmisor con múltiples funciones, pero una de ellas es contribuir al bienestar y a la felicidad. De hecho, los antidepresivos actúan directamente sobre los inhibidores de recaptación de serotonina (si hay menos recaptación pero se libera la misma cantidad, al final hay más serotonina en nuestro organismo), así de importante es la serotonina para nuestra felicidad.

El intestino es capaz de almacenar y segregar gracias al aminoácido triptófano, que solo se puede conseguir a través de la comida.

Pero ahora no vayas como loco a buscar comida rica en triptófano. Si esa fuera la solución, en lugar de antidepresivos tendríamos pastillas de este aminoácido.

En la variedad está el gusto

La virtud es el término medio entre dos vicios opuestos.

— Horacio

Nuestro cerebro se compone, en términos nutricionales, de:

  • Grasa (en su mayoría)
  • Proteínas
  • Aminoácidos
  • Micronutrientes
  • Glucosa

Cada una de estas partes tiene una función distinta y nos afecta de un modo u otro. Por lo general, las grasas más importantes que debemos comer para cuidar a nuestro cerebro son el omega-3 y el omega-6. Son ácidos grasos que ayudan a mantener la membrana de las células.

Por el contrario, si en lugar de consumir grasa buena te hinchas a comida basura con un alto nivel de grasa no saludable como las grasas saturadas o las trans puede afectar a la salud de tu cerebro.

Las proteínas y los aminoácidos, por su parte, controlan nuestras emociones. Ya has visto que los aminoácidos como el triptófano, son los precursores de los neurotransmisores. Los neurotransmisores son los encargados de llevar la información de un lugar a otro e influyen en el estado de ánimo, en el sueño, en la atención e incluso en el peso.

Aquí está el jugo del tema. Los aminoácidos tienen que competir para llegar a los neurotransmisores ya que el acceso a estos es limitado. Por eso es tan importante llevar una dieta equilibrada y saludable. Para mantener un equilibrio entre nuestros neurotransmisores y que, por lo tanto, no nos falte dopamina, serotonina, norepinefrina… y podamos estar estables sin cambios bruscos en nuestro estado de ánimo, o comportamiento. Ya sea en una dirección u otra.

Lo mismo pasa con los carbohidratos. El cerebro gasta el 20% de la energía que tienes y la obtiene en gran medida de los carbohidratos transformados en glucosa. Por eso cuando a alguien se le alteran los niveles de «azúcar» le cambia el humor y el nivel de atención. Pero, de nuevo, según lo que comas tendrás unos efectos u otros.

Hay alimentos que liberan glucosa muy rápido por lo que también se gasta muy rápido provocando esas alteraciones. Otros alimentos, en cambio, liberan la glucosa de un modo más lento. Algunas veces te irá bien el «subidón» mientras que otras no, por lo que para mantener al cerebro en un estado de atención óptimo, adivina.

Dieta equilibrada.

Reflexiona

Problemas intestinales cuando estamos con ansiedad, estrés o ira, tales como diarrea, náuseas, incluso úlceras o colon irritable.

Cosquillas o mariposas en el estómago cuando estamos enamorados.

No tenemos hambre cuando estamos con depresión, nos han dado una mala noticia o tenemos un mal día.

Comer por ansiedad.

A ese tío no lo «trago». Esa mentira no me la «trago».

Son varias las situaciones que nos indican que lo que pasa en nuestro sistema digestivo afecta a nuestro cerebro y al revés, un sistema bidireccional de información que afecta a nuestras emociones, a nuestra conducta y a nuestras capacidades.

Toma conciencia de las comidas que haces y de las consecuencias que tendrán en ti.

En lugar de comer, aliméntate.

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